En Italia se acaba de publicar un “libro-entrevista” donde el dueño de la casa editorial más poderosa del país -Editrice Mondadori- declara públicamente su conversión, dando un giro: de ateo radical a católico coherente. El nombre del empresario: Leonardo Mondadori. El título del libro: “Conversione. Una storia personale”, del cual se han vendido 30.000 ejemplares en pocos días. Este testimonio de fe ha supuesto, indudablemente, un fuerte golpe en el ambiente liberal de la cultura italiana.
Mondadori ahora va a Misa todos los domingos, tiene un director espiritual, y frecuenta habitualmente los sacramentos (en particular la confesión). En el libro citado, -otro converso- Vittorio Messori, ha sido su interlocutor.
-Messori: ¿Por qué ha decidido hacer pública su experiencia?
-Mondadori: Lo que me da miedo no es el riesgo de que me consideren pasado de moda. Lo que temo es que no me comprendan. Habrá alguno que dirá: míralo, tiene un tumor, se va a morir, y entonces se arroja en brazos de la religión.
Vittorio Messori, afirma que su vida cambió tras una experiencia parecida a una experiencia mística.
-Messori: ¿También a usted le ha sucedido algo semejante?
-Mondadori: No, ninguna experiencia mística. Para mí ha supuesto un trabajo progresivo y largo. Una sensibilidad que ha ido creciendo. Entendámonos, con muchas caídas, pero siempre con la voluntad de levantarme de nuevo.
-Messori: Sí, pero habrá un día, una cara, un lugar, en definitiva, un hecho con el que comenzara todo, ¿o no?
-Mondadori: Sí, recuerdo una comida con Pippo Corigliano, el responsable de las relaciones públicas del Opus Dei. Era en 1992, y en aquel tiempo, la religión no me interesaba lo más mínimo, y menos aún la Iglesia. Pero sentía que mi vida estaba, ¿cómo decirlo?, llena de errores. Cargaba ya sobre mis espaldas dos divorcios, tres hijos con dos mujeres distintas. Corigliano me impresionó mucho. Decidí tener otros encuentros con él. Incluso empecé a pedirle consejo. Él fue muy discreto. Me dijo: si estás abierto a estas cosas, te presentaré a un sacerdote.
-Messori: ¿Y acudió a él?
-Mondadori: Fui, naturalmente. . . Me respetó muchísimo. Me empecé a fiar de él, a seguir sus consejos. Y poco a poco, siguiendo lo que me decía, me di cuenta de que encontraba las respuestas que buscaba. Me invadió un gran entusiasmo, quería cambiar toda mi vida de golpe. Pero aquel sacerdote, con gran realismo, me frenaba: “no tengas prisa”, me decía, “Dios no te pide imposibles, ve con calma”.
-Messori: ¿Qué le ha convencido de que el cristianismo es verdad?
-Mondadori: Lo he respondido ya en parte: he comprobado que el Evangelio es realmente el manual de instrucciones para el uso del hombre. Que Jesucristo es la respuesta auténtica a todos nuestros interrogantes. Que sólo quien sigue a Cristo se realiza plenamente. Ésta ha sido la primera ‘prueba’ con la que me he encontrado. Además, se añadió otra: la oración. He experimentado que cuando se pide algo a Dios con sinceridad, y con recta intención, siempre nos escucha.
-Messori: Cuenta en el libro -con emoción- el regreso a la confesión. No sería más preciso decir el ‘descubrimiento’ de la confesión?
-Mondadori: Sí, fue un gozo inmenso. Me acordé de cosas que había olvidado. Y luego me sentí en paz con Dios: ¡Feliz!.
-Messori: Hoy muchos regresan a la religión pero eligiendo una especie de relación privada con Dios. Usted, en cambio, ha elegido la mediación de la Iglesia. ¿Por qué?
-Mondadori: La Iglesia ha quedado como el último baluarte contra las locuras de nuestro tiempo. También aquí la vida me ha demostrado que quien sigue esa integridad católica que funciona desde hace dos mil años, nunca queda defraudado.