Las fuerzas del mal avanzan imparables. En todas partes y por todos los medios, ante nuestros propios ojos, se atacan,-sin apenas reacción- los valores cristianos. Hoy no se respeta nada ni a nadie. Para muchos, democracia es sinónimo de vale todo.
Los mandamientos de Dios, pública y privadamente, son conculcados y pisoteados.
La figura entrañable de Jesús es objeto de ataques, burlas y desprecios ,en publicaciones y medios de comunicación. Dígase otro tanto, pero con mayor virulencia, en campañas bien orquestadas, con insidias, calumnias e injurias contra la Iglesia católica.
Las sectas –en virtud de la libertad religiosa- pululan por todas partes, minando los cimientos de la fe del pueblo sencillo. Ante la pasividad de muchísimos católicos españoles se hace, en público y privado, tabla rasa de la Ley de Dios, con la excusa de un estado laico y aconfesional. Las leyes anti-vida, siguen en plena vigencia., mientras se favorecen las uniones de hecho, sin que la mayoría parlamentaria de un partido en el Gobierno reaccione.
Se ha llegado a la satánica perversión, en tantos aspectos de la vida nacional, social, familiar y personal a considerar y llamar bien, al mal y tratar de justificarlo abiertamente.
Muchísimos niños españoles son iniciados en el camino del mal, por la pornografía y espectáculos indecentes en sus propios hogares, ante la pasividad de sus progenitores.
En las escuelas, la rebeldía, indisciplina y violencia de los adolescentes se incuba y brota cada día más fuerte.
Los escándalos de los adultos,-en todas las clases sociales- están a la orden del día. Se airean, se jalean y se difunden en revistas del corazón ,fomentando el morbo y haciendo objeto de transacción y negocio el fracaso de sus vidas.
La juventud –en gran parte- ha sido engañada con el señuelo de la libertad sexual y la violencia. Drogas, diversión sin control, sexo sin compromiso y un consumismo rampante, son los ideales que se les ofrece en cantidades masivas
El derecho reconocido y pactado a la enseñanza religiosa en los colegios, es ciertamente discutido.
La familia es atacada insidiosamente por todos los flancos; las ayudas económicas son escasas para que nazcan más niños.
A los adultos, en vez de sanos ideales patrios, religiosos y trascendentes, se les propone, y atiborra ,en contrapartida, de diversiones, consumismo, materialismo y falsos y espurios modelos de identificación.
Lo que priva hoy día –en algunos sectores sociales- y es objeto de propaganda. es el triunfar en la vida, tener muchas pasta, exhibirse en modelos de coche de gran cilindrada y hacerse famosos por la vida crapulosa, adinerada y escandalosa.
La fidelidad en el matrimonio se presenta casi como una antigüalla y hasta es objeto de irrisión. “Poner los cuernos” a la pareja, se proclama, se ríe y jalea abiertamente en muchos sitios públicos. La castidad, el respeto a uno mismo y a los demás, se desconocen. La virginidad es objeto de burla y desprecio. Las relaciones prematrimoniales se justifican, incluso por algunos padres y miembros eclesiales .No son mal vistas y hasta justificadas, por la sociedad permisiva actual.
Todo esta triste y real descripción –corta por otro lado- supone una subversión total de actitudes y comportamientos, que necesariamente tienen que repercutir en toda la vida de la nación española y que supuesto para los verdaderos creyentes, va di rectamente en contra de la voluntad divina.
Con la mano en el corazón y tratando de ser justos: podemos decir con verdad que ¿España, nuestra querida España, va por buen camino?. ¿Nuestro Dios ,por misericordioso que se nos revele, puede ser indiferente a tales comportamientos de los hombres y de sus hijos?
Seguro, que entre mis escasos lectores, algunos tratarán lo anteriormente escrito, de tremendismo, de haber cargado las tintas, de exageraciones .¡Ojalá fuera así¡ . Sería el primero en alegrarme.
Pero, desgraciadamente, como dice el anuncio:”el algodón no engaña”.
Hay, amigos ,demasiada suciedad en nuestra casa, la de cada uno y la de todos.
Pero, para los que no quieran verlo y reconocerlo les propondría otra clave de interpretación. Serían las palabras del evangelio: “Por sus frutos los conoceréis”. ¿Cuáles son los frutos que estamos cosechando y que están a la vista de todos?.
Corrupción generalizada, increencia, vaco existencial, violencia desatada en todas partes, familias deshechas, egoísmos camuflados, afán desmedido de enriquecerse carencia del mínimo respeto a personas, instituciones y autoridades, y sobre, todo la lacra del terrorismo.
Me atrevo a decir que no erradicaremos en España el terrorismo, mientras no nos volvamos más a Dios, único Señor de la Historia y cumplamos con su ayuda, por encima de todo, su santa Ley, grabada en la mente y el corazón de cualquier persona. ¿Querrá y podrá Dios- según reza el salmo-BENDECIR A SU PUEBLO CON LA PAZ, SI ÉSTE VIVE DE ESPALDAS A EL?.
Una última consideración. Ante este panorama, no precisamente idílico, todos los que tenemos algo de fe, nos llamamos creyentes, somos cristianos o católicos, los pastores del Pueblo de Dios, con el Papa y obispos al frente, TENEMOS UNA GRAVÍSIMA RESPONSABILIDAD DE CARA AL CAMBIO Y MEJORA DE NUESTRO MUNDO.
NO TODO ESTÁ PERDIDO NI MUCHO MENOS. HAY GENTE, MUY BUENA y FIEL A SUS PRINCIPIOS EN TODAS PARTES, GRACIAS A DIOS.
Es necesario espabilarse, salir del sopor y conformismo, comprometerse, unir fuerzas, sin excluir a nadie en esta lucha contra el mal que está dentro y fuera de nosotros, rezar mucho y convertirse, antes de que sea, quizás, demasiado tarde.
DE TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS DEPENDE
Manos a la obra, sin miedos a nada y a nadie, pues JESÚS, El Señor del mundo y de la Historia, nos ha prometido su presencia y ayuda hasta el final para los que le permanezcan fieles y cumplan su voluntad.