“Para mí lo primero es la fe, creer en Dios, ir por el camino del bien, y luego la vida familiar. Tus hijos, tu mujer, crear con ellos un ambiente de armonía viviendo los valores, eso es lo que realmente me importa en la vida. Es la razón por la que puedo afirmar, sin duda alguna, que la familia para mí es lo más enriquecedor que puede tener el ser humano en esta tierra”.
No, no es una declaración del presidente de una plataforma que defiende la institución familiar frente a los zarandeos a los que hoy se le somete. Tampoco son afirmaciones del jefe de un grupo por la libertad religiosa. Son palabras, firmes y sonantes, que contrastan con la corriente en boga de varios países. Son parte de las convicciones del director técnico del Real Madrid, Juan Ramón López Caro, reveladas en una entrevista a un diario español sobre cómo vive y entiende su fe católica.
Juan Ramón sabe que no es fácil vivir la fe en esta sociedad. Sabe que hay otros caminos que venden mucho más, que son más fáciles. No obstante, vive conforme a las exigencias de su fe cristiana en la esfera de su vida personal y profesional, en el ambiente concreto del fútbol: “Creo que hoy se produce un acoso y derribo contra los creyentes, no sólo con una ausencia de respeto, sino incluso llegando hasta la censura en algunos momentos determinados. Sí que me gustaría que por lo menos a los católicos nos respetasen y nos escuchasen. No sólo que nos oigan, sino que nos escuchen y que valoren adecuadamente lo que decimos y hacemos”.
Es un hombre alegre, convencido y constante. Trata diariamente con las estrellas del balompié mundial, con futbolistas endiosados por el marketing y la propaganda. Y les exige. Les pide que pongan lo mejor de su parte. Pero también les comprende y anima.
Ser entrenador de uno de los equipos más famosos del mundo, tener a su cargo a estrellas famosísimas no le inmuta ni le sorprende. Su trabajo como director técnico del equipo merengue es algo gratificante en el aspecto profesional, pero considera que hay aspectos de su vida cristiana que son más positivos e interesantes: “Lo más importante es estar bien con uno mismo, lo que se consigue de muchas formas: cuando te entregas a los demás, cuando haces las cosas con el máximo cariño, o cuando verdaderamente vives con Dios, fuera del pecado”.
Sabe que es un hombre que cae, pero también sabe que tiene la capacidad de levantarse, porque Cristo nos enseñó a hacerlo, a no quedarnos en el fango. “A Él hay que agradecérselo todo, tengamos lo que tengamos, sea mejor o peor. Todo, siempre y en cada momento: cualquier hecho, cualquier acontecimiento de nuestra vida, sea difícil, o sea, como me ha sucedido ahora en mi caso, bueno. Siempre hay un motivo”.
La vida de Juan Ramón recuerda con fuerza que para ser feliz es necesario tener bien sentados los valores; presupone que han sido asumidos y exige irradiarlos, compartirlos. Desde luego, actitudes como ésta, nacen de alguien que es conciente de que la fe no se toca, de que los principios no subyacen bajo nada y que la amistad con Cristo no es para las fiestas de guardar.
Se pueden percibir aspectos íntimos poco conocidos o resaltados en la vida de los famosos. Este es un ejemplo.