En la puerta de un hospital hace poco más de un año:
-Padre, perdone: ¿Ya se va?
-Sí, sólo viene a atender a un paciente.
-¿No podría pasar a ver a mi hermana? Le acaban de decir que su bebé probablemente tenga Síndrome de Down.
-¿En qué cuarto está?
Me encuentro al matrimonio con las manos entrelazadas -jóvenes- si primer hijo. Me ven entrar, -nunca nos habíamos visto- ella con voz clara a pesar del llanto dice: “¡mi alma glorifica al Señor! Aquellas palabras nos ubicaron a los tres con la más absoluta perfección. En ese momento los tres sabíamos quiénes éramos, y donde estábamos: criaturas en las manos de Dios. Sí señor.
No cabe duda que el ser humano está hecho para amar, y lo que había en esa cuarto de hospital era amor, amor auténtico, de ese que va de la mano del dolor.
¿No es acaso el amor a la esposa, al esposo, y a los hijos lo que anima a tantos hombres y mujeres a dedicar su esfuerzo en muchas horas del trabajo diario? El amor a la propia nación y a los ideales nobles produce héroes. El amor a la vida hace dedicar horas de estudio y atención a médicos y enfermeras.
Hace pocos días me llegó un correo del que copio el siguiente texto pues pienso que viene muy al caso.
“La Sra. Felicidad y su familia.
Yo soy parte de la vida de aquellos que creen que ayer es pasado, mañana, futuro, y hoy es un ‘regalo’, por eso es llamado “presente”.
Formo parte de la vida de aquellos que creen en la fuerza del Amor, de esos quienes creen que para una historia bonita no hay punto final.
Estoy casada, ¿Lo sabían? Estoy casada con el Tiempo. ¡Ah!, mi marido es lindo! El es responsable de la solución de tantos problemas. El reconstruye los corazones, cura heridas, y vence la Tristeza.
Juntos, el Tiempo y yo, tuvimos tres hijos: La Amistad, la Sabiduría y el Amor.
La Amistad es la hija mayor. Una muchacha linda, sincera, alegre. Ella brilla como el sol. La Amistad une a las personas, nunca pretende herir siempre consolar.
La del medio es la Sabiduría. Culta, integra. . . siempre fue la más apegada al padre, el Tiempo. La Sabiduría y el tiempo andan siempre juntos.
El menor es el Amor. ¡Ah!, cuánta guerra me da! Es terco; a veces sólo quiere vivir en un lugar. Yo vivo diciendo: “Amor, usted fue hecho para vivir en dos corazones, no en uno”.
El Amor es complejo, pero es lindo, muy lindo.
Cuando él comienza a hacer estragos y perjuicios yo llamo a su padre, y pronto el Tiempo sale a cerrar todas las heridas que el Amor abrió”.
Después de leer estos párrafos, y recordando a aquella hermosa pareja en el cuarto de hospital, me doy cuenta de que ¡el amor sigue vivo!, y por lo mismo, también la Esperanza en una vida mejor.