Serán los efectos de los calores del verano, pero estaba pensando que el Vaticano debería cobrar un porcentaje a las personas y empresas que lo usan con motivos publicitarios. Sería algo así como lo que hace "Google" con los clicks de los anuncios en la red. Me venía esto a la cabeza al ver el enésimo ejemplo de artista que intenta agarrarse a las faldas del Papa para que alguien le haga caso.
El director de cine Pedro Almodóvar ha tenido momentos mejores, pero se ve que su última fatiga, “Los abrazos rotos”, no acaba de despegar. Para darle un poco de gas ha concedido una entrevista a Die Zeit, de la que se hacen eco otros periódicos, en la que “aconseja” al Papa “darse un paseo fuera del Vaticano” y ver que millones de personas viven de modo diverso a las normas impuestas por la Iglesia católica en tema de familia (según la versión de Corriere della Sera).
Estoy seguro de que el Papa tendrá en cuenta esa y otras críticas para intentar presentar el mensaje cristiano sobre la familia de un modo cada vez más convincente. Lo suele hacer, y resulta verdaderamente llamativo cómo toma nota de las opiniones contrarias para mejorar y hacer más claro su discurso y argumentación.
Y ya que estamos, yo también me siento inspirado para dar un consejo a Almodóvar: creo que podría aprender del Papa a aceptar las críticas. Evitaría así algunas reacciones descompuestas, como la que tuvo ante la opinión (no entusiasta) de su última película publicada en El País, un diario que lo idolatra. “El crítico me odia”, sostuvo. Criticar -sin argumentar- es fácil, recibir las críticas con respeto es un poquito más difícil.