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Luis Ignacio Batista

El pastel asesino

 

Parecerá absurdo, pero en la vida hay cosas que se asemejan a esta ridícula escena: imaginemos un hombre hambriento, terriblemente hambriento. De un momento a otro se encuentra ante un delicioso, esponjoso, majestuoso pastel de tres leches. No sólo seduce su mirada. A su olfato lo encadena en un callejón sin salida: la fragancia hipnotizante del pan recién horneado, único y caliente. Inconfundible. Tradicional. En fin, una delicia. Y ahí están el hambre y el pastel: la víctima y el asesino…

Una vocación con sentido

 "El 19 de diciembre de 1947 me arrestaron con la acusación de agitación y propaganda contra el Gobierno. Viví 17 años de cárcel estricta y muchos otros de trabajos forzados. Mi primera prisión, en aquel gélido mes de diciembre en una pequeña aldea de las montañas de Escútari, fue un cuarto de baño. Allí permanecí nueve meses, obligado a estar agachado sobre excrementos endurecidos y sin poder enderezarme completamente por la estrechez del lugar.