Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, obispo de Palencia (España)
El inicio del curso pastoral, es una buena ocasión para recordar que estamos ya avanzados en la celebración del Año Jubilar Sacerdotal, convocado por Benedicto XVI en el 150 aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes.
La vida y la muerte de Michael Jackson esconden la tragedia de toda una generación incapaz de alcanzar una libertad por la que suspira. ¿Hasta qué punto estamos marcados y condicionados por las heridas generadas por la desestructuración familiar? ¿En qué consiste la libertad: en hacer lo que queramos, o en querer lo que nos corresponde hacer?
Coincidiendo con la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, hace un año se inauguraba el Jubileo del Año Paulino, convocado por Benedicto XVI con motivo del dos mil aniversario del nacimiento del “Apóstol de los gentiles”. Llegado el momento de su clausura, damos gracias a Dios porque, pasados estos doce meses, nos hemos familiarizado más con la vida y el legado espiritual de San Pablo, cuyas Cartas escuchamos con tanta asiduidad en las Eucaristías dominicales.
El Papa nos ha dirigido su mensaje cuaresmal en el que, de forma breve y pedagógica, nos recuerda los tres compromisos específicos a los que estamos invitados en este tiempo especial de conversión: oración, ayuno y limosna. Pero, en concreto, su exhortación se centra en el tercero, es decir, en la limosna. A continuación resumiré las finalidades y cualidades principales que el Papa atribuye a la práctica de la limosna:
Carta dominical del obispo de Palencia, Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre
La perspectiva cristiana de la homosexualidad es una apuesta por la esperanza, contra el fatalismo. Frente a las teorías freudianas, pensamos que la persona humana no se agota en su orientación sexual.