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Joaquín Antonio Peñalosa

Señorita María

  

-Ya regresé, Padre Eterno. Te traigo buenas noticias del asunto que me encomendaste. Oye, qué bonita es ella. Supongo que la hiciste a tu gusto, de acuerdo naturalmente con el Hijo y el Espíritu santo. Iba a decirte que parece un ángel; pero no, nos aventaja a todos juntos. Yo, Gabriel, me quedo chiquito delante de ella.