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antro

Extraña forma de divertirme

Viernes por la tarde. El móvil suena una y otra vez: ¿Voy a ir? ¿Cómo nos vamos? ¿Dónde nos vemos? ¿Invitamos a Fulano? ¿Pasas por mí? Después de 2 horas de llamadas para ponernos de acuerdo, al fin concertamos a las 10:00 pm en “X” “antro”.

En casa viene, al menos en los que no somos tan independientes, el problema del permiso, el dinero, el coche, la hora de llegada, el estira y afloja para conseguir media hora más… y una suma de dinero más alta de la que salió de la cartera de papá la semana pasada.

Pase gratis a un “antro”

Hace poco recibí un correo firmado por una señora donde cuenta lo que pudo ver en una discoteca cuando acompañó a su hija. Lo que relata resulta sumamente desagradable. Como me quedé con la inquietud, busqué a un joven conocido para preguntarle si acostumbra ir a las discos y me dijo que claro que sí, pues es músico y trabaja en ellas. Lo cual me proporcionó datos dignos de confianza por parte de alguien que conoce muy bien esos ambientes.