Pasar al contenido principal

corazones

Corazones buenos

Ha llegado la hora del combate. La tropa avanza. Tanques y soldados, cañones y generales, disparos y gritos. Todo está orientado a destruir, herir, matar al “enemigo”.

En la retaguardia, un grupo de hombres y de mujeres espera. Están allí para atender a heridos, para consolar a desesperados, para dar medicinas y un bálsamo de consuelo a quienes pierden sangre, a quienes han quedado sin brazos o sin piernas, a quienes quizá en pocas horas dejarán de vivir en este mundo de injusticias...

Adultos con corazones jóvenes

Adultos con corazones jóvenes

El P. Mario volvía alegre cuando le tocaba reunirse con los jóvenes de la parroquia. En cambio, su rostro era mucho más austero los días en que daba conferencias para adultos.

El padre abad lo había notado, y quería hablar con aquel sacerdote joven y lleno de entusiasmo.

Una tarde de otoño encontró la ocasión. El P. Mario estaba en el jardín, con un libro entre sus manos y la mirada reflexiva.

-Buenas tardes, P. Mario. ¿Cómo te fue esta semana?