Calumnia e ingratitud
Cuentan que estaba un conejo acurrucado en su madriguera protegiéndose del frío invernal cuando apareció un sapo pidiéndole albergue. El conejo le explicó que el espacio era muy pequeño y, por lo tanto, no reunía las condiciones para poder estar los dos con un mínimo de comodidad, pero ante la insistencia del sapo, el conejo le dio hospedaje. Después de un buen rato, el sapo comenzó a inflarse, pues en aquella oquedad la temperatura era mucho más benigna que en el exterior.