Sexo por curiosidad
“Si me quieres, dame una prueba: ¡entrégate a mí!”, dice el novio.
“Si te quiero a la mala, sí te la daré, para que te degrades tú y, a su vez, me degrades a mí”.
“Hablo en serio, te amo. ¿Cuándo vas a ceder?”, insiste él.
“No soy coche para que me pruebes; soy persona, única e irrepetible. Ceder una o dos veces equivale a rodar cuesta abajo... Hasta aquí dejamos nuestra relación. No quiero que el hombre de mi vida llegue a decirme: “¿cuántas veces has sido probada y rechazada?”.