Obispo ejemplar
Monseñor Gea se ha despedido en paz de su sede episcopal, con la conciencia tranquila de haber cumplido con su deber de obispo (vigilante).Le podrán achacar vehemencia y modos poco políticos (“flagelo” ) le han llamado en su actuación.
Lo importante es que nadie podrá decir de él que ha sido "un perro mudo". No hay que preocuparse tanto por lo que los demás puedan decir de uno, cuando la conciencia está tranquila y se obra para agradar a Dios y cumplir con su deber de pastor.