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El anillo de oro

El anillo de oro

Una niña de nueve años expresa con el canto su felicidad, su gozo de poder salir a pasear con su padre. Le impresiona especialmente algo que toca entre los dedos de papá. Algo que nunca se quita, que lleva en la ciudad y en el campo, cuando va al trabajo y cuando recoge los juguetes de los niños. ¿De qué se trata? De un anillo de oro.

No todo lo que brilla es oro

¿Alguna vez ha visitado usted una mina? Sí, de donde sacan el oro, la plata, el zinc, el plomo. Pues yo estuve hace apenas tres días. Después de colocarme un cinto con la pila de la linterna, un chaleco reflejante, unos guantes de trabajo y un “auto-rescatador” que se debe utilizar en caso de incendio, y de escuchar las debidas instrucciones sobre el funcionamiento de estos aparatos, entramos por el tiro principal. En esta ocasión éramos sólo tres personas: un empleado de la mina, un trabajador nuevo, quien al igual que yo no había entrado nunca, y un servidor.

Cien goles de oro

El mundo parece un balón. No es normal que dos selecciones de fútbol se encuentren en el Vaticano para felicitar a un Papa por sus XXV años de Pontificado. Y así ha sucedido.

Pero lo más curioso, lo más relevante, lo mejor ha sido que el capitán de la selección italiana, Fabio Cannavaro, entregó como regalo al Santo Padre una promesa. Los jugadores “azzurri” se comprometieron a pagar y financiar cien adopciones a distancia de niños necesitados. Tremenda goledada para un mundo que juega a la defensiva. 100 adopciones. 100 niños.