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Y después del Tsunami

Muchos muertos se ha cobrado este desastre natural. Además, tras de sí deja una gran cosecha de llanto, desgarre y aflicción muy difícil de sanar. Y es que no es nada fácil hablar a quien sufre. Suele ser inoportuno. Guardar silencio parecería lo más apropiado. Pero es de las entrañas de este mismo silencio, de donde surge una pregunta angustiante: «¿Y dónde estaba Dios?».