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Solidarios

Solidarios en la misericordia

Solidarios en la misericordia

Uno de los daños más graves del pecado consiste en su fuerza aislante: nos encierra en nosotros mismos, rompe nuestra unión con la Iglesia y con los demás, nos hace más egoístas, nos aparta del amor.

Es cierto que a veces hacemos pecados “en compañía”, incluso en un ambiente de fiesta, de diversión. Pero luego, el mal cometido, el egoísmo presente en cada falta, nos hace extraños o enemigos de los de casa, incluso de quienes fueron compañeros del delito.