Ideas vacías, e ideas
Ideas vacías, e ideas falsas
En alguna ocasión me tocó encargarme de coordinar la entrada a un templo al que acudía una interminable cantidad de gente, desde recién nacidos en brazos de sus madres hasta ancianos, lo cual, como todos sabemos puede llegar a ser muy peligroso. Afortunadamente conseguí colocarme en un punto estratégico desde donde, en alto, podía ver lo que sucedía dentro y fuera de aquel recinto. Los de afuera querían entrar, pero los de adentro no quería abandonar su lugar, por lo que por principio, era necesario ejercitar la paciencia.