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La espera

En una esquina, junto al bar, a la entrada de un cine, o entre los andenes de la estación: en muchos lugares podemos encontrar hombres y mujeres que esperan.

Esperan. ¿Qué esperan? Cada uno espera a alguien. Al novio, una chica enamorada. A la novia, un chico que necesita algo de esperanza. Al hijo, el padre que lo vio partir un día hacia una guerra inesperada. Al padre, ese hijo que lo quiere otra vez en casa, después de años sin poderse abrazar.

Tiempo de espera

La frase es muy manida, pero verdadera. Estamos todos los humanos aquí en la tierra de paso. Como en la sala de embarque de un aeropuerto, todos permanecemos en la vida esperando el embarque para el viaje sin retorno. Sabemos que más pronto o más tarde nos llegará nuestro turno. Tenemos ya el billete en el bolsillo para LO DEFINITIVO, el más allá. Es cuestión de tiempo, que pasa raudo y nosotros con èl.

El valor de la espera

El que un adolescente sea casto es absolutamente esencial para su felicidad. No te dejes engañar y pienses que la mayoría de los jóvenes tienen relaciones sexuales. ¡No las tienen! Hay mucho que saber y que pensar antes de acceder a ellas.

Las relaciones sexuales entre adolescentes son un riesgo para tu cuerpo, para tus emociones y para tu futuro. Es maravilloso que en Estados Unidos crezca cada vez más la abstinencia sexual entre los jóvenes.

La espera

En una esquina, junto al bar, a la entrada de un cine, o entre los andenes de la estación: en muchos lugares podemos encontrar hombres y mujeres que esperan.

Esperan. ¿Qué esperan? Cada uno espera a alguien. Al novio, una chica enamorada. A la novia, un chico que necesita algo de esperanza. Al hijo, el padre que lo vio partir un día hacia una guerra inesperada. Al padre, ese hijo que lo quiere otra vez en casa, después de años sin poderse abrazar.

“En espera del sacerdote” (7-11-2005)

“En espera del sacerdote”  (7-11-2005)

Durante el sínodo de los obispos dedicado al tema de la Eucaristía (octubre de 2005) se discutió en numerosas ocasiones sobre el problema de la falta de sacerdotes.

En muchos lugares del mundo no hay sacerdotes o los sacerdotes deben atender simultáneamente varias comunidades. Por este motivo, hay poblados en los que durante semanas, meses, o incluso años, no se celebra la Eucaristía. Es decir, no se vive plenamente el domingo, pues “sin Eucaristía no podemos vivir”.