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viento

El viento en una tarde de verano

Un niño juega con el viento. Quiere atraparlo, pero se le escapa de las manos.

El aire ríe. Sabe que la niñez, como todas las edades, es algo fugitivo: huye para no volver más. La tormenta explota, en medio de los rayos y las sombras. Los pétalos de las flores caen veloces. El agua corre por las calles y las nubes se alejan después de haber bañado los montes y los valles.

Viento favorable

“Ningún viento es favorable a quien desconoce a qué puerto se dirige”, decía Séneca.

Existe el peligro de ir por la vida sin tener clara la meta, sin saber a qué puerto vamos.

Es verdad que muchas veces apuntamos hacia metas provisionales, hacia pequeñas escalas en el camino de la vida. Este año orientamos nuestro esfuerzo en terminar bien los estudios universitarios. Luego iremos en busca de un trabajo, de una casa, de un esposo o esposa, de una familia. Más adelante, trabajaremos por aquello que pueda ser mejor para los hijos.

El viento en una tarde de verano

Un niño juega con el viento. Quiere atraparlo, pero se le escapa de las manos.

El aire ríe. Sabe que la niñez, como todas las edades, es algo fugitivo: huye para no volver más. La tormenta explota, en medio de los rayos y las sombras. Los pétalos de las flores caen veloces. El agua corre por las calles y las nubes se alejan después de haber bañado los montes y los valles.