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peregrinación

La peregrinación

La peregrinación

A la huella, a la huella, José y María
por las pampas heladas, algo se olvida.
A la huella a la huella, cortando campos
no hay cobijo ni fonda, sigan andando.
Florecita del campo, clavel del aire,
si ninguno te aloja, ¿a dónde naces?
Donde naces florcita,
que estás creciendo
palomita asustada, grillo sin sueño.

A la huella, a la huella, José y María
con un Dios escondido, nadie sabía.

Ya se qué quiero ser de grande

“Ya se qué quiero ser de grande”

Los asaltantes solían esconderse en cuevas, zanjas y en vericuetos de los caminos por los que se desplazaban los viajeros de buena voluntad, que fieles a las tradiciones de sus ancestros, se encaminaban en peregrinaciones que partían desde múltiples y distintos lugares pero siempre hacia el mismo destino. Los delincuentes se aprovechaban de la fe de los creyentes y los asaltaban para robarles las pocas cosas que llevaban para el viaje.