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Padre José de Jesús Aguilar

Un cuerpo incorrupto

El pequeño Mario Ángel viajó con sus papás, Celia y Felipe a Europa para visitar a una de sus tías. Ella había ingresado con las Hermanas de la Caridad, en una comunidad de religiosas en Nevers, Francia. Cuando el niño llegó al lugar se quedó admirado porque en la iglesia del convento observó que se mostraba el cuerpo de una joven mujer a través de una urna de cristal. Mario comentó: “Es como el cuento de Blanca Nieves” Y luego preguntó: “¿Está dormida esperando que un príncipe la despierte con un beso?”. Celia se sonrió y le dijo: “¡No! Es Santa Bernardita.

Un virus recuerda la soberbia o la grandeza del ser humano

En estos días, de repente y casi de la nada, aparece un enemigo del ser humano. Su tamaño es minúsculo, imperceptible a la simple mirada del hombre. Sin embargo, su poder puede ser letal. Ante su aparición no faltan falsos profetas que lo identifican como un castigo de Dios. Sin embargo, el verdadero creyente, con el don de la sabiduría puede aprender mucho de esta amenaza de tamaño minúsculo.