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Laicidad, sí; laicismo, no

Laicidad, sí; laicismo, no

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Avanza el consenso de diferenciar laicidad y laicismo. Laicidad es respetar las diferentes opciones de fe, en un marco jurídico de libertad religiosa para todos; es que el Estado ni imponga una religión a los ciudadanos, ni la obstruya. Laicismo es el rechazo a todo lo ligado a una concepción creyente; es pretender que ni Dios ni las Iglesias tengan cabida en la vida pública; es eliminar todo rastro religioso en las leyes y en las instituciones.

Los más vulnerables

El 19 de octubre de 2005 era aprobada, en la Conferencia general de la UNESCO, una “Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos”.

Esta Declaración contiene una serie de principios (artículos 3-17) entre los que encontramos el principio de “respeto de la vulnerabilidad humana y la integridad personal” (artículo 8). El texto de este artículo es el siguiente:

La imagen de la vida

Los que luchan contra el aborto y defienden la vida saben organizar muy bien la "imagen" de su folletos de propaganda. En internet encontramos buenas fotografías en las páginas de los grupos "pro life" o "pro vida". Vemos allí una madre que sonríe a su bebé, o una señora que lleva de la mano a uno o varios hijos, o unos padres que abrazan a un niño que les sonríe lleno de felicidad.

Los chistes de color ¿son pecado?

La vida nos presenta diversas situaciones para contar un chiste, un chascarrillo, un detalle que jalonea una sonrisa o una carcajada fresca, limpia sana. Bien decía Santa Teresa que un santo triste es un triste santo y cuentan también que San Felipe Neri no se cansaba de hacer bromas y contar chistes a sus contertulios del oratorio. Hay quien dice que para sacar de la melancolía a un pobre monje entrado en edad, lo invitó a jugar a las carreras entre los muros del claustro conventual. Al final los dos rieron y adiós melancolía.

“Lo quiero matar”

Hace algún tiempo escuché de boca de una joven y aguerrida mujercita, en tono sumamente airado, esta expresión en contra de mi enclenque persona: “lo quiero matar” dado que se sintió molesta por mi forma de pensar. Ella defendía el derecho que tienen los publicistas a exponer en los carteles de la vía pública lo que podría catalogarse como material provocativo tirando a “porno”. El argumento que esgrimía esta chica es que, no importa lo que un comerciante exhiba, sino la morbosidad de quienes procesen mentalmente aquello.