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El celibato sacerdotal, ¿incomprensible?

El celibato sacerdotal, ¿incomprensible?

Cada promesa toca al hombre en lo más profundo de su ser. Desde el niño que dice a sus padres que en una semana no volverá a molestar a su hermanito hasta el abuelo que se decide, finalmente, a dejar de fumar, todos somos capaces de prometer.

Hay promesas que engloban de un modo particular a quienes las hacen. Son las promesas de los que se casan, las promesas de los que se consagran a Dios como religiosos o en otras formas de entrega a Dios en la Iglesia, y las promesas de los sacerdotes.

El camino del grano de trigo

Pasa más a menudo de lo que imaginamos. Un corazón busca a Dios, quiere servir a sus hermanos, estudia el Catecismo, lee escritos de grandes santos. Dedica tiempo a la oración, va a misa los domingos y varios días entre semana, empieza a rezar el rosario o a hacer otras oraciones de la espiritualidad cristiana. A pesar de todo, está inquieto. Como si su esfuerzo espiritual no valiese nada; como si estuviese ante un muro de silencios que le deja confundido, perplejo, lleno de zozobras.

El bien y la belleza

Si la vida nos ha cogido con sus prisas. Si el cansancio no deja espacio para sueños. Si las cosas empiezan a ser más un estorbo que una ayuda. Si el placer deja cada vez menos gozos y más desidias. Si el egoísmo nos encierra en nosotros mismos y nos impide tender la mano al familiar, al amigo, al extraño...

¿Qué es el pecado? El pecado que no se perdona

¿Qué es el pecado?

El pecado que no se perdona

1) Para saber

En un palacio muy antiguo, de la Edad Media, que existe al norte de Italia, hay una barra de plata incrustada en un muro. Los turistas suelen preguntar para qué querrían los antiguos pobladores esa barra. El guardia que cuida el palacio gustoso explica siempre su existencia: “Es una barra que mide un metro exacto, y a ella venían los ciudadanos para verificar que el tejido o tela comprados tenía la medida justa. Así se evitaban inútiles discusiones sobre quien tenía la razón”.

Es posible ser feliz en el dolor. Cuaresma es tiempo de amar la cruz

Es posible ser feliz en el dolor

Cuaresma es tiempo de amar la cruz

1) Para saber

El Papa Benedicto XVI visitó hace unos días una cárcel para menores en Roma. Había chicos y chicas entre 17 y 23 años de edad. Ahí les manifestó su amor: «Sabed que el Papa os quiere y os sigue con afecto», les aseguró.

Ante la soledad y falta de libertad en los reclusos, el Papa les habló de esperanza, de no dejarse abatir, de poder sobreponerse incluso en esas condiciones, pues es “posible ser feliz”.

“Es bonito ser cristiano”. El Papa y la Jornada Mundial de la Juventud

“Es bonito ser cristiano”

El Papa y la Jornada Mundial de la Juventud

1) Para saber

En estos días se está llevando a cabo la XVIII Jornada Mundial de la Juventud en la ciudad de Colonia, Alemania. Se espera que vayan alrededor de un millón de personas para unirse al Papa.

Este encuentro ya había sido anunciada por Juan Pablo II en el año pasado, y ahora, el Papa Benedicto XVI, continuando con la tradición, ha querido reunirse con los jóvenes de todo el mundo en su mismo país de origen.

¿Eres tú Jesús? En esta cuaresma, aprender a mirar como Cristo

¿Eres tú Jesús?

En esta cuaresma, aprender a mirar como Cristo

1) Para pensar

Un grupo de vendedores fue a una convención de ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos.

Enseñar con la vida ¿Sabemos escuchar a Jesús?

Enseñar con la vida

¿Sabemos escuchar a Jesús?

1) Para saber

Hace pocos días, el Papa Benedicto XIV recordó la figura de un gran obispo del siglo IV que fue obispo de Milán, San Ambrosio. Resaltó que además de ser un gran orador, lo principal en su vida fue el gran ejemplo que daba, pues enseñaba viviendo lo que predicaba: "La catequesis es, inseparable del testimonio de vida".

Ese ejemplo lo vivía gracias a su oración, pues solo del trato con nuestro Señor podía ayudar a los demás.