Superiora, 17 de diciembre
Etimológicamente significa “de color violáceo”. Viene de la lengua griega y latina.
Hoy es uno de los nombres que más se ponen a las chicas. Quizá porque ha salido en alguna serie televisiva o en varias películas. Sí, porque en nuestros días se pone el nombre, en parte por el de los padres o abuelos, en parte por los nombres de la serie y, finalmente, por el santo del día.
Pero, por supuesto, los padres no tienen ni idea de quién fue esta joven francesa santa.
Pues resulta que era hija de Margarita de Courtenay. Nunca quiso aceptar el rango social al que pertenecía por nacimiento o por herencia. Era una chica coherente con sus principios cristianos vividos y asimilados al cien por cien.
Cosa nada fácil cuando lo que prima es el confort, el lujo y la “pasta”.
A raíz de que hizo un viaje a Luxemburgo, le entraron ganas de entrar en un monasterio regentado por las monjas dominicas.
Lo hizo, sin embargo, en contra de los deseos y de las ilusiones que su madre había puesto en ella para su futuro.
Todo el afán de su madre era sacarla o arrancarla de la iglesia para que viviera las fiestas mundanas que, aunque estén bien, no le llenaban sus anhelos de perfección.
Un día se cansó de su madre y se escapó de casa para encerrarse en una cueva para que nadie la viera.
Estando sola, pensó cómo se encontraría su madre y su mundo social de relaciones humanas.
La madre, que estuvo a la búsqueda de su hija, al encontrarla, le rogó que volviese a casa, aunque mantuviera su decisión de hacerse monja.
Su madre, al darse cuenta de la voluntad de su hija, aceptó que se fuera al monasterio de Marienthal. Pronto, debido a sus cualidades, la eligieron superiora. Durante 25 años fue modelo para toda la comunidad. Murió en el año 1283.
¡Felicidades a las Yolandas!