Sibila, Santa
Terciaria Dominica, 19 de marzo
Etimológicamente significa “relativo a Sibila” o voluntad de Júpiter”. Viene de la lengua griega.
En cualquier edad existen en el se humano energías que son fuentes esenciales de un optimismo constructivo; sin él te estancas en las ciénagas de las pequeñas muertes interiores, ten la certeza. Con tus sufrimientos puedes construir invirtiendo en el Evangelio y logrando un cambio radical dentro de ti.
Esta joven murió en el año 1320. Se le suele llamar indistintamente Sibilina o Sibila.
Toda su existencia transcurrió en Pavía. Fue una terciara dominica. Desde los 12 años, se quedó ciega para toda su vida.
Le dieron una habitación que daba a la iglesia. Mediante dos linternas, ella podía imaginarse el altar.
Cada día encontraba fuerzas para vivir santa y elegantemente participando de la Eucaristía.
Con su alma llena de ilusiones – aún con el sufrimiento de su ceguera – se dedicaba por la otra ventana a hablar con la gente. Esta – que no es tonta – veía en ella un ángel y una monja prudente. Conocía bien a cualquiera que hablaba con ella, le daba buenas orientaciones y consejos para vivir bien la preciosa vida que Dios nos ha dado.
Es digno de que se reseñe que, desde la ventana, daba clase de catequesis a los niños y niñas.
Nada le impedía hacer el bien. Era el lema de su vida.
Poseía un grado tal de amor y de caridad que nunca se agotaba. Cuando se le presentaba alguna dificultad, acudía a sus fuentes interiores , para desde ellas, sacar el agua necesaria que le quitase la sed o la dificultad que podía atormentarla.
Los santos no nacen. Se hacen cuando viven el Evangelio y su novedad de vida.