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Santa Rebeca

Santa Rebeca
Monja, 23 de marzo

Etimológicamente significa “vencedora por su belleza”. Viene de la lengua hebrea.

Esta joven nació en Himalaya el 29 de junio de 1832. Era hija única. Sus padres le enseñaron el amor a Dios y a rezar cada día.

A los siete años, perdió a su madre; su padre quedó sin trabajo, y ella se fue de sirvienta a una familia de Damasco aunque de origen libanés.
Después de cuatro años volvió a casa. Su padre se había casado de nuevo.

Rebeca tenía entonces 15 años. Era bella, de buen carácter y de una voz melodiosa, de una religiosidad profunda y humilde. Su tía materna quería que se casara con su hijo. Hubo riñas en la familia porque ella se negó. En el fondo de su alma soñaba con hacerse monja.

Se marchó al convento de Nuestra Señora de la Liberación de Bikfaya, para rogarle a la superiora que le dejase entrar. Sus padres no querían que se quedase. Todo fue inútil.

En 1856 hizo sus votos religiosos. A los dos años, la enviaron al seminario de los jesuitas como cocinera. Aprovechó no obstante sus momentos libres parta profundizar en el estudio de la lengua árabe.

Después anduvo por muchas escuelas de la montaña libanesa enseñando el catecismo. Hubo revueltas políticas. Ella, confiando en Dios, superó los instantes en que vio morir a personas. Salvó a un niño bajo su hábito.

Marchó después al convento de la Congregación de las Madres Libanesas Maronitas (1871-1914). Tanto le gustó esta Congregación, que se quedó en ella.. Cayó enferma y la enviaron a Beirut para que se curase. Se alivió su dolor por algún tiempo. Para probar su santidad, tuvo las pruebas de su ceguera y parálisis.

Nunca, sin embargo, perdió la luz de su bello rostro. Llena de méritos y ante la admiración de todos, murió el 23 de marzo de 1914.
Juan Pablo II la declaró santa en diez de junio del 2001.