Raíssa, Santa
Mártir, 5 de septiembre
Etimológicamente significa “amiga”. Viene del idioma guarao.
Lo importante en nuestra existencia es que la vivamos bien y que no culpemos a otros de lo que no somos capaces de superar.
Viendo la biografía de esta chica, que murió en el año 300 en Alejandría de Egipto, nos damos cuenta de que fue una mártir voluntaria porque, en lugar de rehuir de los perseguidores, ella misma no dejaba de pensar en ellos.
Decía:"Habiéndome amado Cristo hasta morir por mí, ¿por qué no voy a ser capaz de morir por él y demostrarle así mi amor?"
Y parece que Dios oyó su petición o deseo. Era la hija de un sacerdote de Tamieh, en la frontera del desierto de Libia.
Tenía veinte años cuando el perseguidor Diocleciano decidió acabar con la secta cristiana en su torpe concepción de esta comunidad nueva que invadía todo los lugares del imperio.
Cuando consultó a Apolo de Mileto, éste le dijo que eran bárbaros y que constituían el peligro mayor con que se encontraba el imperio.
Estas palabras le bastaron para publicar un dicto mediante el cual todos los cristianos deberían ser sometidos a muerte, empezando por los obispos, los sacerdotes y los demás seguidores de Jesús de Nazaret.
Todos aquellos /as que no sacrificaran a los dioses o no fuesen a sus templos a orar, serían encarcelados y llevados a la muerte más cruenta.
Fue en ese año, 303, cuando Raïssa se encontró con un cortejo de monjes y de vírgenes consagrados. La policía los llevaba a Alejandría para que fueran juzgados.
Les esperaba el gobernador Culciano para hacer un juicio inútil y vergonzoso.
Ella se unió a ellos y ellas. Se le impidió. Raïssa insistía una y otra vez en unirse a todos y gritaba que era cristiana. Además, con una valentía inusual, profería injurias contra los dioses.
Se unió al cortejo y así encontró lo que deseaba: morir por Cristo.