María de la Encarnación, Santa
Madre y fundadora del Carmelo Teresiano en Francia, 18 de abril
Etimológicamente María significa “ princesa de las aguas” en lengua siria y en lengua hebrea “espejo, iluminación”.
Esta chica nació en el seno de una familia noble. Los padres aguardaron muchos años para tener descendencia. Cuando les vino su hija, la consagraron al Señor y a la Virgen.
Recibió una exquisita formación cristiana y humana en el convento. De hecho quiso hacerse religiosa, pero sus padres la encaminaron por el matrimonio. Amó profundamente a su marido. Tuvieron seis hijos.
En la labor de casa, le ayudaba Andrea Levoiz, joven distinguida por su educación, buenas formas y amiga íntima de María, aunque era su empleada.
Tres de sus hijos siguieron la vocación religiosa. Su madre, al quedar viuda y después de haber criado y educado a todos los demás hijos, ingresó en el convento.
No todo fueron gozos antes de que entrara en el convento. Le tocó una mala época. Los protestantes avanzaban cada día en la extensión de su doctrina por Francia. Además, el rey Enrique IV mandó al exilio a su marido.
Experimentó una ayuda formidable con dos personalidades de aquellos años. Uno fue san Francisco de Sales, el santo de la dulzura y del humanismo cristiano. Y el segundo fue el cardenal Pedro de Bérulle.
Igual que santa Teresa de Avila había reformado la Orden del Carmelo en España con mucho sacrificio y lucha, María iba a hacer lo mismo en Francia.
La lectura de las obras de la andariega le conmovieron tanto que no dudó lo más mínimo en ponerse manos a la obra. Veía en ello, no su afán de aparentar sino la misma voluntad de Dios.
El Papa Clemente VII aprobó la reforma emprendida. Fundó monasterios en Amiens y Pantoise de Digione. Se le conoce como la "Madre y fundadora del Carmelo Teresiano en Francia".
En los últimos años de su vida, su salud no era buena. Murió en el convento de Pantoise el 18 de abril de 1618. Sus restos reposan en la capilla de este convento francés.