Mártir, 6 de octubre
Etimológicamente significa “fiel”. Viene de la lengua latina.
Una de las constantes que se observa en la vida de los santos es que no fueron durante la vida “a su bola”, sino guiados y motivados por el amor de Dios, por las indicaciones que el Espíritu da a cada ser humano para hacer el bien y evitar el mal.
Pertenece esta mártir al siglo III. Murió por el coraje de defender al Señor a costa de su propia vida en Agen (Alemania).
Fuera de esta región no se hablaba nada de ella.
¿Qué ocurría?, nos podemos preguntar.
Desde luego, nunca mejor dicho que es difícil mantener oculta una verdad por mucho tiempo.
Resulta que un monje fue un día a robar sus reliquias en la iglesia de santa Foy de Agen.
La razón que aducía acerca de su robo era que en su abadía no había reliquias para que los peregrinos se detuvieran a verlas y, de camino, ganar algún dinero con las visitas.
Por lo visto era una costumbre extendida en la Edad Media. No era por el hecho de robar sino para incrementar la santidad de los fieles.
Desde que se realizó el traslado de las reliquias, la abadía tuvo una época de prosperidad muy grande.
Además, como se encontraba en la ruta del Camino de Santiago de Compostela, los peregrinos se paraban para rezar ante la bella estatua de roca que contenía el cráneo de la santa mártir.
Su fama se extendió por Francia, España y Portugal. Y su fama llegó hasta la misma América cuando los conquistadores descubrieron el Nuevo Mundo.
Hay muchas ciudades que llevan su nombre en varias naciones americanas.