Abadesa, 20 de junio
Etimológicamente significa “ floreciente”. Viene de la lengua latina.
Para Dios eres sagrado, sí, consagrado por la inocencia herida de tu juventud. Si consiguieras escribir a una persona anciana y decirle lo que te quiere, ella rezaría por ti y te confiaría al Espíritu de Dios.
Florentina. Nació en el seno de una familia visigoda en Cartagena, España.
Sus padres eran tan fervorosamente cristianos que dieron a la Iglesia sus cuatro hijos, y los cuatro son santos.
Leandro fue el maestro de Florentina tanto en los estudios clásicos como en los sagrados.
Y ella fue, a su vez, la maestra de su hermano menor, el gran sabio san Isidoro de Sevilla, doctor de la Iglesia universal.
Siempre recordó el día en que vio un enjambre de abejas en la boca de su hermano.
Como joven guapa y culta, todos esperaban que se casara con un joven de su talante. Pero, para asombro de todos, y del chico que la pretendía, dejó todo para consagrarse por entero a las obras de Dios, empezando por consagra su virginidad en el monasterio benedictino de santa María del Valle, al lado de Ecija.
Gracias a sus dotes de gobierno, a su santidad y ejemplaridad para todas las hermanas, la eligieron abadesa.
Fue entonces cuando su hermano Leandro le escribió un precioso y profundo libro sobre “La institución de la vírgenes”.
Es una gozada la lectura de este libro porque ensalza la virtud de la virginidad como algo que Cristo exige libremente a quienes quieren seguirle más de cerca.
Murió en el año 633.