Mártir, 10 de agosto
Etimológicamente significa “ruiseñor, amada de Dios”. Viene de la lengua griega.
Nunca es una pérdida de tiempo dedicarse a los demás, sobre todo a los pobres y necesitados.
El culto a esta santa es de lo más sencillo que uno se puede imaginar.
En tiempos del Cura de Ars se llevó a cabo un inventario en las Catacumbas romanas.
Un día, los arqueólogos, en sus cuidadas excavaciones, encontraron una inscripción que llevaba la inscripción del mártir, una palma, y un nombre en griego que se refería, de forma amplia, a Filomena.
Se concluyó que esta tumba, este lugar en hueco de piedra había recibido el cuerpo de una mártir, sin ninguna duda, y era la de Filomena.
En seguida se escribió su vida a la luz de “La Actas” que narran la vida de otros mártires.
El culto se extendió rápidamente. El santo Cura de Ars rezaba a esta santa que había vuelto a ser actual.
Pero pasado un poco más de tiempo, se encontró, mediante el trabajo de los expertos, otra parte de la placa que decía:"Fhilomena theou", es decir, "Amada de Dios".
Ciertamente había una mártir, pero no era su nombre. Como en muchos otros casos, existían los nombres de Bárbara. Christian, Renato, Cristóbal...
Y todo sigue adelante. Se trataba de una cristiana ya bautizada. La portadora de Cristo, “la amada de Dios hasta la muerte”.
Aunque la Iglesia en su reforma del Santoral la ha quitado del mismo en 1961, la mártir de la Catacumba existió y si oyó al santo Cura de Ars, ¿por qué no nos va a escuchar a nosotros?