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San Venancio

Honorato y Venancio, Santo

Biografía, 16 de enero

Etimológicamente significan “receptor de dones y cazador”. Vienen de la lengua latina.

Estos dos hermanos, de origen francés, tenían tantas ganas de lograr la santidad que se fueron en plena juventud al Oriente en busca del desierto que, por entonces, era el mejor sitio para alcanzarla.

Se les unió en Grecia un tercer amigo que también sentía en sus venas el amor por la vida monástica.

Durante el camino, largo y pesado, Venancio cayó gravemente enfermo y murió.

El obispo Frejus tuvo la elegancia de regalarles una isla pequeña en el archipiélago de Lerins, cerca de Cannes, que era un desierto en el siglo V.

Pronto se les unieron más jóvenes, y con ellos se formó una comunidad o cenobio bajo la alta dirección de san Honorato.

Tanta fue la fama que tomó este monasterio que llegó a ser el más importante en todos aquellos contornos.

Han pasado siglos. La vida espiritual en Occidente ha decaído de su prístino fervor, pero este monasterio sigue en pie – con las reformas respectivas – y habitado por monjes cistercienses.

San Honorato tuvo la feliz idea de escribir la Regla que debería regir a todos sus monasterios.

La idea fundamental que hay de fondo consiste en que el monje lleve una vida austera en la observancia, y viva su unión con Dios y con los hermanos de forma evangélica.

Cuando la estudió Juan Casiano, se quedó admirado de la misma.

Pero, por circunstancias diversas, Honorato tuvo que abandonar la isla para convertirse en el obispo de Arlés.

Se trataba de una diócesis en la que reinaba una gran división. El, con su constancia y sobre todo con su propio ejemplo, consiguió que esta ciudad viviera en concordia y en armonía, con el rigor y la perfección que exigen las comunidades de creyentes formadas en torno a Cristo el Señor.

Escribió la “Exhortación”. Vivió y nació del 350 al 429.