Tikhon de Zadonsk, Santo
Escritor, 24 de agosto
Es el amor lo que agrada a Dios, no el temor puritano a no cumplir estrictamente, ni el cumplimiento farisaico.
Este joven ruso tuvo una infancia inmerso en la miseria. Vino al mundo en el año 1724 y murió e el monasterio de Zandosk (Leningradio) el 24 de agosto de 1784.
Su padre era el sacristán del pueblo. Al morir, dejó viuda y seis hijos. En esta circunstancias, tuvo que ponerse a trabajar muy pronto.
Tantas ganas tenía de aportar algo a casa que con lo que ganaba, dejaba un tanto para comprarse velas y poder seguir trabajando durante la noche.
Tras estas vicisitudes, entró en el seminario.
Hizo unos estudios brillantes. Su vigor y celo apostólicos hicieron que le nombrasen director del seminario. De Novgorod.
Catalina la Grande le nombró – en contra de su voluntad – obispo de Voroneje (1763). Se trataba de una diócesis pobre. Los mimos sacerdotes eran iletrados.
Se entregó con toda su alma a ayudar a esta gente miserable con los medios de que podía disponer.
Sus salud le jugó una mala partida. Al no poder llevar a cabo toda la actividad que requería su trabajo de obispo, presentó la dimisión y se retiró como huésped al convento de Zadonsk.
Aquí fue donde escribió sus obras que tienen como eje la vida de Nuestro Señor y el Evangelio. Por eso se le considera como uno de los mejores escritores de su país.
Vivía en una casita al lado de la iglesia con un enfermero y un secretario. Este escribía al dictado de la inspiración del maestro. Eran dos verdaderos santos.
Cuentan que para no molestar a nadie por su tos, se iban al bosque a hacer oración. No fueron pocas las veces que les cogieron en pleno éxtasis.
Los monjes eran conscientes de esta realidad pero algunos se lo tomaban a broma. Fueron muy severos con él. Le negaron hasta la Eucaristía la misma noche en que murió diciendo estas palabras:"Dios mío, te doy gracias por todo".