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San Sergio

Sergio y Baco, Santos

Mártires, 7 de octubre

 

 

Etimológicamente significan “servidor y perteneciente a Baco”. Vienen de la lengua latina.

Si el creyente llevara grabado en su corazón las palabras de Cristo que lo que hacemos a los demás se lo hacemos a él mismo, entonces cambiaría el rumbo de su existencia.

Estos dos jóvenes le dieron a su vida un giro total cuando se hicieron cristianos. Si ya eran valientes al mando de una tropa especial en Alep de Siria, una vez que se convirtieron pusieron de manifiesto su valor de una forma nueva y más íntegra.

Nos encontramos al principio del siglo IV. Sergio era un oficial del ejército romano.

Juntamente con su amigo Baco dirigían una tropa de élite compuesta por Bárbaros, la célebre “Schola Gentilium” (Escuela de los paganos).

Alguno de sus soldador los denunciaron por el simple hecho de que eran cristianos.

Ante el tribunal que les juzgaba, se confesaron abiertamente creyentes en Cristo Jesús.

A Baco le dieron muerte mediante la flagelación. A Sergio lo sometieron a muchos tormentos, pero salían indemne.

Indignados los jueces de no poder acabar con él con tormentos suaves – según ellos – mandaron que le cortaran la cabeza.

Sus tumbas se veneraban a unos 200 kilómetros al este de Alep de Siria.

Hoy quedan solamente algunas ruinas de lo que fue durante muchos siglos un centro de peregrinaciones.

En el siglo VI se construyó incluso una muralla de tres metros de espesor que rodeaba un rectángulo de 500 metros por cien para proteger a los ladrones que quisieran robar los dones que hacían los peregrinos.