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San Serafín de Koursk

Serafín, Santo

Biografía, 2 de enero

Etimológicamente significa “príncipe y ángel del vuelo”. Viene de la lengua hebrea.

Ha habido y hay cristianos que, aunque no tengan dinero y no puedan ir a Tierra Santa para visitar los lugares en los cuales vivió Jesús, no obstante se han fabricado su propia tierra santa en el lugar en el que están.

Esto le ocurrió a Serafín. Nació en Koursk, Rusia. Era hijo de un empresario de la construcción.

Al quedar su madre viuda, muy joven, él le manifestó su gran deseo de ser ermitaño en Sarov.

La madre, aunque sintió la marcha de su hijo, pensó que las decisiones responsables le competían a él más que a ella. Que aprendan algunos o muchos padres actuales.

Pasó en la ermita muchos años estudiando y haciendo vida de oración, penitencia y silencio.

Transcurrido algún tiempo, recibió la ordenación sacerdotal. Cuando cumplió los 35 años, le pidió permiso a los superiores para irse de solitario a la estepa rusa.

Dicen que vivía en sintonía con Jesús y con la Tierra Santa en la que le tocó pasar 33 años. Se imaginaba que su deber principal consistía en transformar todo para la gloria de Dios.

La vida de soledad debe ser dura en ciertos momentos. Por esta razón, el superior del monasterio le ordenó que volviese, aunque pudiese tener dentro del recinto su propio lugar apartado.

Estando en plenitud de facultades, la Virgen María le premió con alguna que otra visión. De ella decía que era "la alegría de todas las alegrías".

Tenía cualidades y dones que Dios le había concedido de forma gratuita, como hace Dios las cosas. Ante las muchas visitas que solía recibir, a cada uno le dejaba un buen consejo. Tuvo la idea de fundar un monasterio para mujeres en Diveyevo. Sus ideas espirituales las escribió su amigo Motovilov. Síntesis de todo:"Si guardas la paz de tu corazón, muchos la encontrarán en ti". Es un santo muy popular en Rusia actualmente. Murió en el año 1883.

¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

“Cuanto más moral es un hombre, menos acusa de inmoralidad a los demás” (Cicerón).