Roberto de Molemes, San
30 de abril
Etimológicamente significa “consejero ilustre”. Viene de la lengua inglesa.
¿El perdón tropieza con el rechazo? La respuesta del Evangelio no deja lugar a dudas. Se trata de ofrecer la bondad sin esperar la comprensión; perdonar aunque no encuentres más que frialdad y distanciamiento. Llegar hasta renunciar a saber lo que el otro hará con este perdón.
La Borgoña francesa ha sido a lo largo de la historia, pródiga en santos y santas. Toda su bella ruta del románico estaba poblada de monasterios.
Desde joven vio Roberto que su felicidad estaba en entrar a los benedictinos de Meutier – la -Celle en el Aube.
Y desde luego, ya en el mismo noviciado demostró que su estado era ser monje. Fue raro que, apenas hubo terminado su noviciado, lo nombrasen superior de la comunidad.
Por otra parte, los benedictinos de Tonnerre lo querrían como su Abad.
Y efectivamente aceptó, mas cuando vio lo relajados que estaban y que no aceptaban ninguna reforma, los despidió y volvió a Moutier.
Cerca de este monasterio había un buen grupo de ermitaños. Le rogaron que se pusiera al frente de ellos.
Se marchó con ellos a la selva de Molesme. Con el paso del tiempo, también los ermitaños se entregaron a una vida más confortable de lo que exige su propia ascesis.
Y una vez más, san Roberto los dejó plantados.
Los más fervorosos, sin embargo, le pidieron que regresara para que su santidad los contagiara. No les hizo caso. Una veintena fijó su residencia en Citeaux. Fue aquí donde nació la vida monástica que él deseaba. Así nació la orden cisterciense. Murió en la paz de Dios en el año 1110.