Reinaldo de Ravena, Santo
Obispo, 3 de agosto
Etimológicamente significa “aquel cuya inteligencia gobierna”. Viene de la lengua alemana.
En su vida en la tierra, Jesús rezaba y su rostro se transfiguraba de luz. Suplicando, también rezó con lágrimas.
En todos nosotros Dios realiza milagros, una curación del alma. Asombrados, respondemos con espíritu de alabanza.
Fue obispo en el siglo XIV.
San Antonio había predicado a los peces del Adriático. Este milagro, en forma parecida, se obró en la no lejana Rávena.
Esta vez sucedió con ranas. Por este acontecimiento el obispo fue muy venerado y considerado como un santo.
Rávena, en aquel tiempo, era una ciudad con muchos canales. En verano se celebraban muchas regatas.
Las ranas hacían tanto ruido que molestaban a la gente. Reinaldo les ordenó que se callaran mientras les daba su bendición.
Al instante se hizo un gran silencio en los canales y puentes. De esta forma, Reinaldo pudo predicar la Palabra de Dios.
Era un taumaturgo, nacido en Concorrezzo, cerca de Milán en la mitad del año 1200.
Todavía era muy joven, cuando lo consagraron obispo de Vicenza antes de pasar a Ravena.
Celebró varios sínodos con el fin de aunar criterios en lo referente a disciplina y a la pureza de la fe.
Tuvo que luchar contra los soberanos franceses que querían apoderarse de los bienes de la Orden de los Templarios de Caballería.
Tuvo como huésped en su ciudad a Dante Alghieri. Murieron los dos el mismo año de 1321.