Nicolás de Hermansön, Santo
Obispo, 24 de julio
Etimológicamente significa “vencedor”. Viene de la lengua griega.
El entusiasmo y el compromiso generoso es lo que marca la pauta de todos los santos y de los hombres y mujeres de buena voluntad que hay en el mundo, por muy consumista que sea.
Este joven sueco vivió el compromiso cristiano a fondo. Nació en Skeninge en 1326 y murió en 1391.
Desde su infancia fue educado en la piedad sincera y coherente con la vida .Sus padres, Herman y Margarita supieron darle una formación adecuada su tiempo.
Lo enviaron a hacer estudios superiores a París y a Orléans, Francia. Hizo derecho civil y canónico.
Su vocación, sin embargo, cambió de orientación. Dejó las leyes para ordenarse de sacerdote.
De vuelta a Suecia trabajó como canónigo y se convirtió en el tutor de los hijos de santa Brígida de Suecia. Ella lo apreciaba mucho.
En 1361, lo nombraron archidiácono de Linköping.
En todo momento, esta sacerdote se distinguió porque llevaba una vida de piedad, oración y abstinencia que cautivaban a cuantos lo veían.
Dotado de buenas cualidades humanas y religiosas era natural que lo hicieran obispo de esta ciudad.
Dios siempre estaba de su parte – como lo está de todo aquel que hace su voluntad – y cuando le vinieron malos momentos, supo superarlos por su confianza en el Señor.
Como obispo, encontró la oposición de la autoridades civiles e incluso religiosas. Y la razón de este enfrentamiento radicaba en que Nicolás quería hacer reformas en ambas autoridades, sobre todo en lo que se refería a la moral.
Es muy venerado en Suecia como liturgista y poeta.