Mykolay, Santo
Mártir, 2 de abril
Etimológicamente significa “¿quién como Dios?”. Viene de la lengua ucraniana.
Vino a este mundo un 14 de diciembre del 1884 en Ucrania. Ya desde que hacía sus estudios primarios y secundarios, sintió la llamada de Dios.
Por eso, apenas pudo y lo dejaron, se fue al seminario y más tarde al de Roma, para obtener el doctorado en teología.
Cuando terminó sus estudios completos, se ordenó de sacerdote el dos de octubre de 1909.
Volvió a su tierra natal para encargarse de la enseñanza de la filosofía y de la teología en el seminario de la diócesis.
Era un alma inquieta y anhelaba la perfección. Por esta razón ingresó en 1919 en la Congregación del Santísimo Redentor. Desempeñó su trabajo de misionero entre los fieles greco-católicos en Volyn.
Su celo pastoral y su entrega sin reservas al Señor, hicieron que lo nombraran obispo y visitador apostólico para los católicos ucranianos.
Los soviéticos, con sus manías de ateísmo, lo expulsaron en 1939 Pero él siguió en contacto con sus fieles como pudo.
En 1945, todos los obispos greco-católicos fueron arrestados. Encima que se hace el bien a la gente, se les encarcela.
Los sometieron a torturas increíbles, sobre todo de tipo psicológico. Y sin haber hecho nada, los condenaron a cinco años de prisión en los campos de trabajo forzado en la Siberia.
A él le aumentaron la pena a diez, porque decían que era un espía del Vaticano.
Desde los años 1945 a 1956 fue de cárcel en cárcel. Todo lo aguantó por amor a Dios. Su salud se iba resquebrajando. Ya moribundo, lo enviaron a Lviv el 2 de abril de 1959 a la edad de 75 años.
Su muerte, dicen todos los que lo han conocido, fue debida a tantas horas de tortura. Por eso se le considera un mártir de la fe. Mucha gente va a rezar a su tumba.