Arzobispo de Sevilla, 4 de julio
Etimológicamente significa “ laureado, coronado”. Viene de la lengua griega.
Cuando desaparece la alegría del Evangelio, el ser humano no se siente bien en ninguna parte, donde quiera que esté, piensa que estaría mejor en otro sitio.
El espíritu de alabanza, el agradecimiento del corazón suponen una decisión interior que se renueva en todo momento.
Fue arzobispo de Sevilla, España. Nació de padres pobres en Hungría..
Cuando era pequeño tuvo que huir de su patria, y se dirigió a Milán.
Aquí tuvo la gran suerte de hacerse creyente en Cristo. Le administró el sacramento del bautismo el obispo Eustogio II.
A los 35 años se ordenó de diácono. Muy pronto se vino para España. Se encontró con las duras dificultades de los arrianos, pues le opusieron grandes obstáculos para su misión pastoral.
El arzobispo de Sevilla, Máximo, había muerto en esas luchas. Llevaba la sede vacante dos años.
Todos pusieron los ojos en san Laureano, quien, por otra parte, aceptó el nombramiento. Estuvo rigiendo la diócesis durante 17 años.
Se levantó una gran persecución, promovida por los herejes. El mismo rey Theudes, mandó que lo mataran, Laureano, avisado por un ángel, dijo la misa, convocó al pueblo, y llorando decía:"Haced penitencia pues Dios está enojado y tiene el brazo levantado para heriros".
Lo desterraron a Marsella, y de aquí se marchó a Roma, aunque murió de camino en Tours.
Sus reliquias fueron enviadas a Sevilla en el año 544.