Herminio, Santo
Abad, 25 de abril
Etimológicamente significa “soldado”. Viene de la lengua alemana.
Una humilde oración de abandono también permanece siempre muy sencilla sin pretender nada. En cualquier edad, ¿quién no se sorprende a sí mismo diciendo: escucha, escucha mi oración de niño? Y siguen los combates cotidianos. Lucha y contemplación se unen.
Este joven nació en Laon, Francia, a finales del siglo VII.
Sus padres eran fervientes cristianos. Lo educaron en el celo apostólico y, cuando tuvo la edad requerida, se marchó al monasterio de Lobbes.
Estudió profundamente la Sagrada Escritura simultáneamente con las ciencias profanas.
Se distinguió por su amor a la pureza de costumbres. El obispo, viendo sus buenas cualidades, lo ordenó de sacerdote.
Con el tiempo, llegó a ser abad del monasterio durante muchos años, destacando entre sus hermanos los monjes, como un verdadero santo.
Toda su actividad la desplegaba haciendo el bien a los necesitados, los preferidos del Evangelio.
Convirtió el monasterio en una auténtica casa de acogida y de hospitalidad.
Dios le concedió el don de la profecía. De esta forma, anunció la victoria de Carlos Martel en la batalla del 21 de marzo del año 717; la dominación de Pipino el Breve sobre los franceses; la muerte de Radbode, jefe de los frisones y otras tantas.
Viendo que llegaba el día de su muerte, la recibió con dulzura y amabilidad. Como si fuera su hermana. Esto ocurría en el año 737.