San Esteban Harding
17 de abril
Monje inglés
Significa “coronado”. Viene de la lengua griega.
Estamos ante un monje inglés del siglo XII. Su vida transcurrió desde el año 1050 al 1134.
Nació en el condado de Dorset. Cuando tuvo la edad necesaria, entró en la abadía de Sherborne. Una vez que hizo su profesión religiosa, se fue a Francia, a la abadía de Molesme, en la verde campiña de la Borgoña, donde se encuentran las ruinas de Cluny y la incomparable abadía a lo moderno de la Comunidad Ecuménica de Taizé, fundada por el hermano Roger hace casi 70 años.
Es una abadía que tiene como misión la vida monástica, pero compartida con los jóvenes de todo el mundo y la gente adulta que acude allí cada día. Se les acepta tal y como son. No se les pregunta por el credo que profesan. Simplemente se les acoge con amor. Participan los peregrinos de la vida de los 90 hermanos tres veces al día.
Una semana o una estancia en Taizé recupera fuerzas, lanza a la gente a recobrar el sentido de sus vidas y los lanza a vivir en su lugar con visión humana y cristiana de la vida.
Estando en Molesmes oyó hablar de dos monjes, Alberci y Alberto, con los que se quedó a vivir y llevar una vida monástica en toda regla.
Los tres comenzaron a inaugurar una vida monástica mucho más severa que la que habían vivido en otros sitios de la Orden.
Sin una idea prefijada van a fundar entre los tres la gran Orden Cisterciense que tanto esplendor daría y da a la Iglesia de entonces y a la actual.
Esteban se convirtió en el primer abad de la pequeña comunidad. Bernardo de Burguiñón, atraído por la austeridad del monasterio, se presentó un día con 20 jóvenes pidiendo su admisión. La Orden se desarrolla con una vitalidad increíble. Cuando murió Esteban, contaba ya, en 1134, con cien monasterios.
San Bernardo tuvo como maestro a Esteban. Sería Bernardo quien diera el mayor esplendor a la obra recién iniciada con su santidad, su sabiduría y sus brillantes escritos espirituales.
Su biógrafo dice de él que estaba siempre “alegre en el Señor”. Sabía estar en su sitio en cada momento. No tuvo ningún inconveniente en dejarse eclipsar con la entrada de san Bernardo. La humildad es el don de quienes tienen un alma grande.
¡Feliz día a quienes celebran hoy su santo!