Esteban de Perm
26 de abril.
Obispo y confesor
Significa “laureado, coronado”. Viene de la lengua griega.
Aspiras a sentir la presencia de Dios y, sin embargo, tienes la impresión de una ausencia. ¿Te das cuenta? Allí donde hay un amor que perdona, su presencia es palpable. A tu corazón le cuesta imaginarlo, pero su Espíritu está en continua actividad dentro de ti.
Este joven ruso llegó a ser confesor y obispo. Posiblemente, no sepas nada de él.
Era hijo de un clérigo de Oustoug de Rusia. Desde muy joven, apenas sintió la vocación en su alma, pidió entrar en el monasterio de Rostov-el Antiguo.
Aquí aprendió, al mismo tiempo que las cosas propias de la carrera eclesiástica, el griego y se hizo todo un especialista en la Biblia.
Tenemos la suerte de conocer su vida, gracias al historiador san Sergio de Radonege.
Una vez que terminó sus estudios, lo ordenaron de sacerdote.
Sin la menor duda, salió para evangelizar las tribus paganas que vivían alejadas en los Urales.
¿Cuál fue su labor en este sitio inhóspito?.
En primer lugar, para poder entrar en contacto con ellos, aprendió su lengua, la transcribió a un alfabeto y tradujo los Libros Santos con esta intención humana, cultural y religiosa.
En su trabajo pastoral con aquella gente tuvo muchas dificultades para que aceptaran la nueva luz que dimana del Evangelio.
Como persona que sentía la presencia de Dios en su vida, sobrellevaba con paciencia todo dolor y toda pena.
No obstante, su éxito entre aquella población muy excelente. Por esta razón, el metropolita de Moscú lo llamó para consagrarlo obispo.
No cambió para nada con su nuevo cargo. Se entregó como antes a la gente pobre. Sobrevino una hambre terrible. Entonces, gracias a su intervención, trajeron trigo de Vologda para repartirlo gratis a todos.