San Basilio de Riazan
Confesor, 12 de abril.
Significa “rey”. Viene de la lengua griega.
Nadie puede separar oración y acción. No lucha o contemplación, sino una con la otra, la una brotando de la otra. El Resucitado te acompaña en todas partes, no solamente en la Iglesia, sino también en la calle, en el trabajo.
Murió este confesor ilustre en el año 1295. Desempeñaba su trabajo de obispo con toda la entrega posible a sus fieles, cuando los boyardos lo acusaron de llevar una conducta inmoral con una joven.
El era consciente de que todo era mentira, y que solamente buscaban hacerle daño por el bien que hacía a la gente.
Era también consciente de que el Resucitado le acompañaba siempre en cualquiera de sus actos.
A causa de estas infamias y mentiras tuvo que abandonar Mourom.
Se llevó consigo el icono de la Virgen María. Algo sorprendente le iba a ocurrir.
Se produjo un milagro. Esta señal del cielo, hizo que desaparecieran todas las sospechas contra su persona.
El santo obispo, a pesar de esta manifestación sobrenatural, siguió su camino hasta Riazan.
Esta ciudad sería desde entonces su nueva sede episcopal. Empezó en seguida a trabajar con todo el celo infatigable que sentía en sus venas y en su espíritu por el bien de su nuevo pueblo. Nada le daba miedo. Atrás quedaron las injurias y las murmuraciones.
Pero cuando se encontraba feliz en su trabajo, tuvo que dejar Riazan porque los Tártaros invadieron la ciudad de Pereyaslavl.