Mártir, 23 de junio
Etimológicamente significa “consagrado a Apolo”. Viene de la lengua latina.
Estamos en las primicias de la formación de las comunidades cristianas que, con el empuje y la fuerza del Espíritu, se iban extendiendo interna y externamente por todos sitios.
Y fíjate que estamos en el año 75, fecha de la muerte de este joven cristiano. Como sabes, fu el primer obispo de Rávena, Italia.
Según las Actas, fue discípulo de san Pedro y era natural de Antioquía. Entonces había barcos que venían de esa ciudad hasta Italia.
El vino escondido como un polizón huyendo del emperador Vespasiano, un terrible perseguidor de los cristianos. Pero lo descubrieron.
El martirologio de san Beda señala que fue él que rigió los destinos de Rávena durante 20 años, hasta que lo mataron durante el reinado de Vespasiano.
Le torturaron a causa de su fe y murió durante el proceso imbécil al que fue sometido.
Quien mejor ha estudiado a san Apolinar, fue san Pedro Crisólogo. Pronunció y dejó por escrito un sermón en honor de san Apolinar.
En este escrito lo trata como un mártir por defender la fe en Cristo el Señor.
Sus restos mortales se conservan en una urna en la en la abadía benedictina de Rávena que llegó a ser famosa en toda la cristiandad.
San Fortunato predicaba e insistía en que se hiciesen peregrinaciones a su tumba.
El mismo Papa Honorio mandó construir un templo en Roma en su memoria. El cardenal Lambertino le dedicó un altar en la catedral actual de Rávena.