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San Amancio

Obispo de Narbona, 4 de noviembre

Noviembre 4

Etimológicamente significa “amante” Viene de la lengua latina.

El gran converso de la primera era del cristianismo fue, sin duda, san Agustín. Un día pronunció estas palabras:" Antes de permitir que hable su lengua, el apóstol debería elevar su alma a Dios para verter luego lo que ha bebido y dar aquello de lo que está lleno".

El joven Amancio fue un amante auténtico de esta verdad de san Agustín.

Venancio de Poitiers es quien nos ha proporcionado más noticias acerca de su vida. Nació en la ciudad de Rodez, Francia.

Cuando llegó a su juventud, pensó que lo mejor para su vida era dejarlo todo por amor a Jesús. Estamos en el siglo V.

Dadas sus buenas cualidades y sus virtudes, lo nombraron obispo de Narbona (año 401). Eran tiempos malos porque la ciudad estaba todavía, en gran parte, bajo el dominio de los paganos.

Una vez que hizo su trabajo apostólico en este lugar, se fue a Rodez para hacer obras de conversión al cristianismo.

Un día, uno de los jefes de la ciudad, le dijo que no dejaría de ser pagano mientras no viese un milagro con sus propios ojos.

Le propuso que el río Laterne se subiese por las murallas. El obispo aceptó la idea o apuesta.

Amancio invocó a Dios. El milagro se llevó a cabo. Y todos cuantos lo veían, comentaban que lo mejor era convertirse al Dios que anunciaba el bueno de Amancio.

En otra ocasión, comenta su biógrafo, supo ser tan generoso que perdonó la vida a un condenado a muerte.

Estaba lleno de Dios y, por tanto, le era fácil hacer todo aquello que tuviera una repercusión en la obra evangelizadora.

Pero, a pesar de cuanto hizo, la autoridad no lo quería. Mientras estaba rezando, el gobernador fue herido de muerte. A cada insulto que le hacían a Amancio, él respondía con amabilidad. Murió ya anciano en el año 445.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!