Santiago Alberione
Beato, 26 de noviembre
Nació el 4 de abril de 1884 en san Lorenzo di Fossano (Italia). De familia profundamente cristiana y laboriosa, aprendió a vivir una fe robusta, junto con una austera capacidad de trabajo.
A los 16 años ingresó en el seminario de Alba. La noche del 31 de diciembre de 1900, estando en adoración ante la Eucaristía, recibió una luz especial, que le hizo comprender los signos de los tiempos; a partir de entonces se sintió profundamente obligado a servir a la Iglesia y a los hombres del nuevo siglo.
Fruto de esa llamada sería el nacimiento de la Sociedad de San Pablo, en 1914, a la que seguirían otras cuatro congregaciones femeninas, cuatro institutos seculares y diversas asociaciones.
Todas estas instituciones, que constituyen la Familia Paulina, están estrechamente unidas entre sí por el mismo ideal de santidad y apostolado, que consiste en vivir y dar a Cristo Maestro, camino, verdad y vida, a los hombres de hoy, usando los modernos instrumentos de la comunicación social.
El 26 de noviembre de 1971, a los 87 años de edad, el p. Alberione pasó de este mundo al Padre con el consuelo de haber recibido, momentos antes de su muerte, la visita de Pablo VI.
Ha sido beatificado recientemente por el Papa Juan Pablo II: el 27 de abril de 2003, en la Plaza de San Pedro de Roma.
De sus escritos
«Siento, delante de Dios y de los hombres, la grave responsabilidad de la misión que el Señor me ha confiado: Si Él hubiera encontrado una persona más indigna e incapaz, la habría preferido a mí. Esto es para mí y para todos garantía de que el Señor lo ha querido y Él mismo lo ha hecho realizar; igual que el artista toma cualquier pincel, de poco valor, y a oscuras sobre la obra que se va a realizar» (AD, 209)
«La mano de Dios sobre mí, desde 1900 a 1960. La voluntad del Señor se ha cumplido, a pesar de la indigencia de quien debía ser su instrumento indigno e inepto… Sea como fuere, el P. Alberione es el instrumento elegido por Dios para esta misión; por eso ha trabajado por Dios y según la inspiración y el querer de Dios… En cambio, José Santiago, como individuo, comparecerá ante el tribunal de Dios con las enormes responsabilidades que le han tocado en la vida.
Ha querido el Señor que gozara de la suficiente salud y posibilidades para poder completar la Familia Paulina» (UPS I, 374-75) .