Beato Auguste Chapdelaine y compañeros.
26 De Febrero.
Chapdelaine descendía de una familia profundamente religiosa radicada en La Rochelle. Su tenacidad e intrepidez eran una herencia familiar, ya que su padre, durante los años difíciles que siguieron a la revolución francesa, fue un gran apoyo para los fieles católicos y para los sacerdotes que arduamente buscaban refugio.
Desde muy joven se despertó en él el deseo de ser sacerdote. Sin embargo tuvo que trabajar duramente en el campo hasta los 20 años, pudiendo hasta entonces empezar sus estudios. El 1° de junio de 1843, en el Seminario de Coutances, recibió la ordenación sacerdotal; ahí maduró su decisión de convertirse en misionero, pero el vicario general de la diócesis le explicó que debería esperar algún tiempo para poder alcanzar sus deseos.
Por fin en 1851, ingresó en el Seminario de Misiones Extranjeras de París. Un año después, emprendió el viaje a la provincia de Kwantung y Kwangsi. En ellas no había estado ningún otro misionero desde hacía 150 años.
Sus primeros pasos como misionero fueron de poco éxito. Fue asaltado y desvalijado y tuvo que regresar a Kwantung. Un segundo viaje lo llevó por lo menos hasta la vecina provincia de Kweitschu, donde se encontraba un misionero de cualidades excepcionales que más tarde sería el vicario apostólico. Éste le informó acerca de la vida misionera y sobre la lengua china. Mientras tanto se había formado en la provincia de Kwangsi el núcleo de una parroquia cristiana, debido a la fervorosa actividad de un predicador laico. Allí les llegó la noticia de la estancia en Kweitschu de un misionero destinado a esa provincia. Llegaron mensajeros a recoger al misionero. Tras cinco días de marcha alcanzaron por fin la misión.
En una carta fechada el 1° de julio de 1855 Chapdelaine informó lleno de alegría a sus superiores, en París, que ya había comenzado la verdadera catequesis con la preparación de cerca de 180 catecúmenos para el bautismo. Los primeros bautizados los ofreció a San José, el Patrono de la Iglesia china.
Sin embargo, no duró mucho la satisfacción del misionero en su trabajo apostólico. En febrero de 1856 comenzó de nuevo la persecución de la joven comunidad. Chapdelaine buscó ante todo la protección de unos literatos católicos en la capital del distrito. En vez de ponerse a salvo en la todavía pacífica provincia vecina de Kweitschu, prefirió permanecer con su rebaño. Fue hecho prisionero y conducido ante el mandarín del distrito.
Acusado de ""agitador"" se le exigió que abjurara de su fe en Cristo. La contestación de Chapdelaine, llegada a la posteridad, decía: ""Ya que mi religión es la auténtica no puedo renunciar a ella. Yo exhorto a la humanidad que no conoce a Cristo, a practicar el bien, para que de esta manera puedan ganarse la dicha en el cielo"".
Acto seguido el prisionero fue severamente torturado. Chapdelaine soportó silenciosamente el castigo, ensangrentado y muy malherido. Después de una noche terrible, encadenado de forma que no se podía mover, fue condenado a muerte al día siguiente. Durante la noche del 26 al 27 fue liberado de sus padecimientos entregando su alma al Señor. Después fue decapitado y sus restos entregados a los animales.
A pesar de ser tan pequeña la parroquia de Chapdelaine, dos de sus miembros tuvieron la vocación de compartir el martirio junto con su sacerdote. Uno de ellos, un joven cristiano, Lorenzo Pei-Mu, y la otra una joven viuda, Inés Tsau-Kong.
El joven Lorenzo ya estaba con Chapdelaine en el distrito, cuando llegaron al lugar donde estaban refugiadas algunas mujeres de su parroquia con sus hijos pequeños. Sus hombres habían siUno de ellos, un joven cristiano, Lorenzo Pei-Mu, y la otra una joven viuda, Inés Tsau-Kong.
El joven Lorenzo ya estaba con Chapdelaine en el distrito, cuando llegaron al lugar donde estaban refugiadas algunas mujeres de su parroquia con sus hijos pequeños. Sus hombres habían sido encarcelados y se dirigían al misionero para pedirle consejo y ayuda.
Se llegó a un acuerdo: las mujeres con sus hijos deberían arrojarse a los pies del mandarín para pedirle clemencia por la vida de los suyos, pero les faltó valor. Entonces Lorenzo les propuso servirles de guía. Toda la ira del mandarín se volcó sobre él. Mientras las mujeres fueron azotadas y también encarceladas, Lorenzo tuvo que someterse a un cruel interrogatorio que terminó con la exigencia de que abjurase de su religión. Su valerosa actitud provocó nuevamente la ira del mandarín, de forma que lo mandó ejecutar.
Inés Tsau-Kong descendía de una familia cristiana de la provincia de Kwetschung donde nació en 1833. Aún joven, se casó con un cristiano, quedando después viuda. Fue al colegio y puso a disposición de la Iglesia su persona y sus facultades. Cuando Chapdelaine solicitó una catequista para la instrucción de las mujeres de su parroquia, Inés estuvo dispuesta a aceptar este trabajo. Parecía ser que debido a la entrega y dedicación con la que efectuaba su trabajo, llamó la atención de sus perseguidores.
Fue hecha prisionera y encarcelada junto con el primer grupo de hombres. El día de la sesión del tribunal, el mismo en que se decidió la suerte de Chapdelaine, demostró un valor excepcional. Ni promesas ni amenazas fueron capaces de hacerla renunciar a su religión. Fue condenada a morir de la misma forma que el misionero.
Cuando en 1945 fue fundada la jerarquía china, la provincia de Kwangsi contaba con los católicos más activos del país, gracias al ejemplo y al sacrificio de los mártires.
Chapdelaine y sus compañeros Lorenzo e Inés fueron beatificados el 27 de mayo de 1900.