Pasar al contenido principal

La Virgen María

Madre, aquí estoy

Madre, aquí estoy

Madre, ¿quieres mi trabajo?
- Aquí estoy.

¿Quieres que todas las fuerzas de mi espíritu
lentamente se desangren?
- Aquí estoy.

¿Quieres mi muerte?
- Aquí estoy,
pero procura que todos
los que tú me has confiado
amen a Jesús,
vivan para Jesús,
y aprendan a morir por Jesús.
Amen

Lléname de paz

Lléname de paz

María, madre de Dios, Madre mía, Reina de la Paz,
pide a tu hijo Jesús me conceda el don de la Paz.
Ora por mí para obtener Paz, paz en mi corazón,
paz en mi mente y alma, paz en mi familia,
paz con todos aquellos que encuentro en mi camino,
la paz de Jesús.

Jesús, mi Señor y Salvador, mi hermano,
Rey de la paz, acudo a Tí con María, Reina de la Paz,
para pedirte humildemente el don del Paz.
Derrama sobre mí tu Espíritu Santo de la Paz.

La Virgen María, Madre de Dios

La Virgen María, Madre de Dios

«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).

La Soledad

La Soledad

"Estaba la Madre dolorosa,
junto a la Cruz y lloraba
mientras el Hijo moría.
Su alma triste y amorosa,
traspasaba dolorosa
una espada de agonía.

¡Cuán triste y afligida
se vio la madre querida
de tantos tormentos llena!.

Cuando ante sí contemplaba
y con firmeza aceptaba
del Hijo amado la pena.

¿Y cuál hombre no llorara
si a la Virgen contemplara
sumergida en tal dolor?

¿Y quién no se entristeciera,
si así, Madre, te sintiera
sujeta a tanto rigor?

La Flor del Carmelo

La Flor del Carmelo

¡ Oh Bellísima Flor del Carmelo, Fructífera Viña, Resplandor del Cielo, Madre Singular del Hijo de Dios, Virgen Siempre Pura !
Madre Santísima, después de habernos traído el Hijo de Dios, permanecisteis intacta y sin mancha ninguna.
¡ Oh Bienaventurada Siempre Virgen, asistidme en esta necesidad !
¡ Oh Estrella del Mar, auxiliad y protegedme !
¡ Oh María, sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a vos !
¡ Madre y Ornamento del Carmelo,
rogad por nosotros !
¡Virgen, Flor del Carmelo,

Invoca a Maria...

Invoca a Maria...

Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!. 
Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!

Gracias, Madre Nuestra

Gracias, Madre Nuestra

Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra,
desde siempre.
Gracias por haber acogido
en tu seno purísimo
a quien es
la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido
tu "Hágase"
a través de todos
los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos
dignos de ser acogidos
y vividos.
Gracias por tu sencillez,
por tu docilidad,
por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha,
por tu reverencia,

Glosa de la Salve

Glosa de la Salve

¡Dios te salve, Virgen pura,
Reina piadosa del mundo,
Madre de vida y dulzura,
Acoge el ruego profundo
De tus hijos sin ventura!

¡Hijos que por ti clamamos
Desterrados hijos de Eva,
Que a Ti ¡oh Madre! suspiramos
En este valle de prueba
Donde sin cesar lloramos.

¡Tus hijos siempre y ahora
Triste te elevan el alma!...
¡Óyelos, Madre y Señora,
Con esa piedad que calma
Los gemidos del que llora!

Dulzura de los Angeles

Dulzura de los Angeles

Dulzura de los ángeles,
alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos,
Virgen madre del Señor,
protégeme y sálvame de
los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro,
que ha contenido a la Trinidad excelsa;
en ti se ha complacido el Padre,
ha habitado el Hijo, y el Espíritu Santo,
que cubriéndote con su sombra, Virgen,
te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti,
Theotókos; tú eres nuestra
defensa ante Dios. Extiende