El silencio de los padres
El silencio de los padres
El silencio de los padres
El optimismo y el caracol
“Imaginemos un caracol, un caracol de jardín. Recorramos con la mente la espiral que decora su concha y que le sirve de casa. Pensemos en la manera en que disfruta la humedad después de la lluvia. Parecería que le entusiasma tanto como a algunos de nosotros cuando retozamos entre las olas del mar .
En el interior de la cubierta de roca de un caracol, así como dentro del ser más admirable y amado se encierra la historia del cosmos. Conocerlos a profundidad sería entender en detalle cómo se originó el universo.
Una chica le pregunta al novio:
—¿Qué te gusta más, mi belleza, mi sobrada inteligencia o mi sinceridad?
Y el chico le contesta:
—Tu sentido del humor, mi amor.
El ser humano recibe la vida como un don y como una tarea. Está dotado para realizar múltiples actividades y para forjar una personalidad propia. Puede tener buenas o malas amistades que dan lugar a “encuentros” profundos o superficiales.
Si es cierto que las virtudes están enlazadas unas con otras, no es menos que conveniente centrarse en aquellas cuyo desarrollo es más propio de la edad del hijo. En niños menores de siete años lo propio es el desarrollo del orden, la sinceridad y la obediencia. De la intencionalidad de los padres en la educación depende buena parte el éxito de la misma. ¿De qué sirve saber qué virtudes debemos potenciar si no sabemos cómo?